- Hacía tiempo que no publicaba y éste va a ser el último artículo de Gola Miau. El motivo no es otro que la pérdida de mi pequeño, lo que yo más quiero y nunca olvidaré. Muchos ven absurdo que me refiera a Gola como mi hijo, pero así es y así lo sigo y seguiré sintiendo.
Un buen día, Gola llegó a mi vida gracias a una ex-novia a la que siempre he respetado y respetaré. Yo pasaba un terrible bache en mi vida, una gran depresión. Ella trató de levantarme el ánimo buscando alternativas para recuperar mi sonrisa, y Gola fue la solución.
Vaya por delante que a mi ex no le entusiasmaban los gatos, pero se sacrificó por hacerme feliz y al final fue ella tan feliz como yo. Gola llegó a nuestras vidas para cambiarlo todo y enseguida me sentí padre.
Falleció el pasado 14 de marzo, un viernes que jamás olvidaré. Ha sido muy duro, más de lo que pude temer. Y digo que lo pude temer, porque un frío día de noviembre noté cambios en él. Le había salido una calva por la columna vertebral y no quise darle importancia, ya que a sus casi 16 años podría ser cosa de la edad.
Fue pasando el tiempo y contemplé aspectos que sacaron mis primeras lágrimas. Gola dejaba de comer y estaba como desganado, pero siempre estaba conmigo y se comportaba normal,... como un valiente. Una vez más, lo asocié todo a su edad.
- No me quedaba otra que pasar todo el tiempo posible a su lado, y por suerte no fue poco. Es como si Gola desease lo mismo, siempre a mi lado, pero también haciendo compañía a mi madre y a su perrita. No hay que dejarse engañar, pues no todos los gatos se arrinconan y se quedan solos cuando sienten cerca la muerte.
En todo ese tiempo estuve buscando explicaciones y consejos sobre los gatos mayores. Lo más increíble es que Gola fue mejorando. Le volvió el pelaje a la normalidad y siguió comiendo. Eso sí, buenos productos, nada de porquerías. De todos modos, en el tema alimentación nunca escatimé con él.
Por desgracia, llegó un último mes fatídico. Gola empezó a perder peso y hasta le costaba andar, lo que ya me hizo pensar en un estado degenerativo. Recurrí a la veterinaria de barrio, ya que otras solo buscan sacar tajada de forma exagerada. Tampoco acuso a todos, pero en Bilbao me he quedado muy disgustado con el interés que hay por aprovecharse de los papás preocupados, y eso ya me preocupó cuando la perrita de mi madre enfermó.
Tampoco estoy escribiendo esto para culpar a nadie, ya que es ley de vida. Soy consciente de que Gola era mayor, aunque es cierto que nunca quise asimilar su marcha, de ahí que tardase en acudir al veterinario por temor a ese pinchazo que nos adelanta el adiós. De alguna manera, conseguí que mi niño muriese en la mayor tranquilidad y feliz, siempre entre los suyos. Agradezco a mi familia todo el apoyo, pero es que Gola era único.
- La primera despedida fue cuando le quité el collar para que estuviese más cómodo. Ahora mismo, ese collar me sirve de pulsera, porque necesito seguir sintiéndole de alguna manera. Es lo que más quiero en mi vida y aún tengo que escribir estas líneas con lágrimas en los ojos.
Al final, siempre queda lo bonito, eso seguro. Llegó ese maldito viernes y mi madre me trajo a Gola a la cama con mucha preocupación. En ese momento quedé incrédulo ante la actuación de mi pequeño, algo que nunca había hecho. Fue ciertamente precioso. Mi pequeñín se quedó un rato con su naricita pegada a la mía... se estaba despidiendo.
En algún sitio web leí eso de la despedida felina, y ahora mismo puedo dar fe de ello. Vivir algo así ha sido precioso, aunque posteriormente fuera doloroso. Siempre quedará ese bonito recuerdo, muy por delante del momento final.
Fuimos al veterinario de urgencia y ya casi sabía lo que había. Lo bonito es que Gola solo tenía ojos para mi, y así continuó siendo hasta el momento final. Tuve que decidir al ver lo que yo ya temía, un maldito tumor que ya no daría posibilidades por su avanzada edad. Tuve que firmar su muerte, pero lo hice a sabiendas de que era por su bien.
- Cada uno puede aguantar ese duro momento a su manera. Yo decidí no separarme de él aunque el recuerdo pudiera ser muy triste. Es mi hijo, y quise darle mi último abrazo, oír su último dulce maullido, mirarle a los ojos. Mientras su luz se apagaba, se fue mirándonos a los ojos, como debía ser.
EL FINAL DE TODO
- Me tomé mi tiempo para despedirme de Gola, aunque ya no me viese ni me escuchase. Pagué la muerte de mi hijo, y así lo sigo considerando. Valoro mucho la labor de los veterinarios, pero hay que tener en cuenta que hablamos de vidas. El negocio está muy bien, pero los precios me parecen un abuso, aunque en ese momento me daba todo igual.
Monté en mi coche, callado, en compañía de mi comprensible madre, también hundida de dolor. Ese día llovía mucho, aunque en el cielo se abría un claro que me indicaba que mi niño ya estaba allí, descansando en paz.
He tenido la suerte del respaldo de familiares y amigos. Algunos parece que no se enteraron aún, y eso que me despedí de Gola por muchos medios. Me da igual lo que piensen los demás,... ES MI HIJO Y PUNTO!.
Un par de amigos me llevaron de viaje este fin de semana y, gracias a ellos, me encontré con amigos de Galicia, de donde era mi nene. Pude recibir el cariño de aquellos amigos a los que no veo tanto y disfruté de los que me organizaron el viaje, siempre entreteniéndome para que no cayese, pues lloro a todas horas, y más si estoy solo. Claro, es que Gola era toda mi compañía, hasta el punto de no querer estar con mujeres desde hace más de dos años. Con mi peluchito siempre lo tuve todo.
- Ya se ha ido. Deambulo por la casa pensando que le volveré a ver, ocupando sus lugares favoritos y abrazando mi bata de casa, lo último que arropó a mi pequeño. Ahí está su último aroma, todo el amor que me daba. No hay duda, esto va a ser muy duro y me costará asimilarlo. Queda ahí, en mi dolido corazón, todo ese amor que nadie podrá darme. Quedan en mi cabeza muchos recuerdos, todos preciosos. GRACIAS POR HABER LLEGADO A MI VIDA, GOLA.
SE ABREN CLAROS EN EL CIELO
- He recibido muchas muestras de cariño y muchos consejos. La mayoría de ellos eran para decirme que adoptase otro gatito, y ya mi madre me convenció del todo. Aunque sigo llorando y Gola nunca se irá de mi cabeza, otro hijo puede ser la solución a sentir ese amor que no es capaz de dar un ser humano. Es evidente que no será Gola, pero no cierro las puertas a seguir creyendo en ese cariño y amistad que nos puede dar un felino.
Acabo de inventarme una frase en este día. "Salvar otra vida y dar sentido a la tuya". Me he decidido y lo tengo muy claro. He visto en un sitio web un gato con la mirada muy parecida a la de mi pequeño... Inocente, dulce y con ganas de vivir.
Ya tiene nombre. Le llamaré Ceo, que en gallego viene a ser cielo. Cielo por mi color favorito, el azul celeste y cielo porque ahí estará Gola, sonriendo feliz por verme como padre. Necesito otro pequeño al que darle ese cariño que tanto necesitan y necesito que ese nuevo peluche me de su cariño para ser feliz. Eso es lo que te da un gato: felicidad absoluta.
Gola nunca será olvidado y aquí mismo es honrado como bien merece: Siempre estarás en mi corazón. Me lo has dado todo y has conseguido que mi vida sea tranquila. Es curioso, llegaste a mi vida en plena depresión y te fuiste en un momento en el que estoy en tratamiento por crisis de ansiedad. Hasta el último momento me has ayudado, como hiciste la primera vez.
ADIÓS MI PEQUEÑO, TE QUIERO Y NO TE OLVIDARÉ NUNCA.
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